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Fractura radicular de molar. Caso clínico.

Fractura radicular de molar. Caso clínico.

El paciente acudió a la clínica quejándose de dolor localizado en el diente 16, que le molestaba desde hacía más de un año. En el examen clínico, sólo dolor leve a la palpación digital en la región radicular MV. Se observó la oclusión de dicho diente en exceso de carga en relación con el antagonista, inclinado. El examen radiográfico reveló una línea de fractura en la raíz de la VM.

Una preparación y un muñón de estas dimensiones favorecen el agrietamiento de la raíz a largo plazo al concentrar las fuerzas en zonas delicadas de la raíz.

https://www.youtube.com/watch?v=1HuRTMVDhZg&t=60s

https://ferrariendodontia.com.br/fratura-radicular-5anos/

Fractura radicular de un molar. En: Lima et al. Investigación, Sociedad y Desarrollo, v. 10, n. 12, e59101219988, 2021

Introducción

Las fracturas radiculares horizontales (RTRF) suelen ser el resultado de un impacto frontal debido a un traumatismo por objeto duro o a una pelea. Abarcan entre el 1,2 y el 7% de todas las lesiones traumáticas, se producen en dientes permanentes (Andreasen, Andreasen y Tsilingaridis, 2018; Andreasen, 1979) y suelen afectar a un solo diente, como se dilucida en el trabajo de Andreasen, Andreasen y Cvek (2007).
Los incisivos centrales maxilares son los más frecuentemente afectados, seguidos de los incisivos laterales maxilares y sólo en el 5% de los casos en los incisivos mandibulares (Andreasen, Andreasen y Bayer, 1989).
Tradicionalmente, las fracturas radiculares horizontales se diagnosticaban únicamente mediante imágenes radiográficas y se clasificaban según la posición de la línea de fractura, que podía estar situada en el tercio apical, medio o cervical (Caliskan & Pehlivan, 1996; Wolner-Hansen, 2010). También puede definirse como oblicua, cuando afecta al tercio cervical y medio, o transversal, cuando se restringe sólo a un tercio del diente (Cvek, Andreasen & Borum, 2001).
Dada la necesidad de un mejor diagnóstico por imagen, las técnicas radiográficas han alcanzado grandes desarrollos, estando actualmente representadas por imágenes tridimensionales (Costa et al., 2014).
La tomografía computarizada de haz cónico (CBCT) se ha utilizado con éxito en el diagnóstico y
pronóstico por imagen de las fracturas radiculares y ha demostrado ser superior a otros métodos radiográficos (Fagundes, Mendonça, Albuquerque & Jacinto, 2014).
Se han realizado estudios comparando la tomografía computarizada (TC) y las radiografías para el diagnóstico de fracturas radiculares y se ha demostrado que el nivel de la línea de fractura en las radiografías puede variar significativamente en relación
con la imagen tridimensional. Por lo tanto, cuando no se puede determinar la posición exacta de la fractura horizontal, el diagnóstico radiográfico
debe complementarse con la imagen tridimensional, que puede afectar a la planificación del tratamiento (Bornstein, Wolner- Hanssen, Sendi & Arx, 2009; Bernardes et.al, 2009).
Con ello, se ha producido una mejora significativa en el diagnóstico de las fracturas radiculares horizontales, en cuanto a la presencia y ausencia de las mismas, la localización exacta, la extensión y la dirección de la línea de fractura (Lenzi & Trope, 2012; Costa et al, 2011).

Las fracturas radiculares suelen presentar un buen pronóstico, ya que se caracterizan por una comunicación entre los tejidos pulpares y periodontales, formando así una línea de fractura. Este proceso favorece el restablecimiento de una circulación colateral y drena el edema causado por el traumatismo, además de reducir la tensión en los vasos pulpares
(Mata, Gross & Koren, 1985). La vitalidad de la pulpa suele mantenerse tras la fractura radicular, provocando una curación espontánea
en el 70 al 80% de los casos (Andreasen, & Andersson, 2007; Camp, 2000).

La reparación de las fracturas radiculares horizontales implica la unión entre los segmentos mediante tejido duro calcificado (ocurre raramente), interposición de tejido conectivo (ocurre comúnmente), interposición de hueso y tejido conectivo o interposición de tejido de granulación (Neeraj, Kundabala & Acharaya, 2011).
La separación entre los fragmentos es una variable importante en la curación de la fractura (Ozbek, Serper &Semra, 2003).
Si el desplazamiento del fragmento coronal no es grave, se producirá un daño mínimo en la pulpa y el periodonto. En presencia de
un espacio entre los fragmentos, el reposicionamiento de los mismos aumenta la frecuencia de cicatrización, especialmente en los dientes
con formación radicular completa. En dientes con formación radicular incompleta, se producirá una regeneración tisular,
incluso si el espacio de fractura es persistente, ya que existe una excelente capacidad de revascularización pulpar (Andrade, Campos
Sobrinho, Andrade & Matos, 2008).

La cicatrización es la misma independientemente del lugar de la fractura en relación con el surco gingival
(Cvek, Mejare & Andreasen, 2002). Sin embargo, en el caso de una invasión bacteriana originada en el surco gingival, la fractura
de la región cervical es más propensa a la contaminación debido a su proximidad al surco. La reparación de fracturas de tejidos duros es menos frecuente en el tercio cervical que en otras partes de la raíz, probablemente
debido a la mayor movilidad del fragmento coronario (Cvek et al., 2001; Cvek et al., 2002). Además, el pronóstico es
significativamente mejor en las fracturas oblicuas localizadas en la cervical que en las fracturas transversales localizadas en esta misma región
(Cvek et al., 2002), considerando que en las fracturas oblicuas, la afectación del tercio medio ayuda a estabilizar el fragmento coronario
(Fagundes et al., 2014).

En cuanto al tratamiento, se propone una reducción de la fractura, que consiste en la alineación y yuxtaposición
entre los fragmentos, con estabilización del fragmento coronal con la ayuda de férulas. Este procedimiento tiene por objeto permitir la
formación de un puente de tejido calcificado entre los fragmentos (Cvek et al., 2001). Se recomienda ferulizar el diente
utilizando una fijación flexible durante 4 semanas si la fractura se localiza en el tercio medio o apical. Si la fractura es
localizada cervicalmente, la ferulización se mantiene durante un periodo de tiempo más largo (hasta 4 meses) (Bourguignon et al., 2020;
Cvek et al., 2001; Diangelis, Andreasen & Ebeleseder, 2012).

Se torna de gran relevancia la fundamentación teórica frente al caso clínico tratado en este trabajo, para que la
adición de conocimientos pueda auxiliar la práctica clínica diaria, frente a situaciones de urgencia odontológica de pacientes traumatizados
, en específico del FRH en dientes permanentes. Como resultado de la teoría en concomitancia con la práctica,
obtendremos un diagnóstico más preciso, un tratamiento adecuado y el pronóstico más positivo posible. Por ello, es de suma importancia
entender los mecanismos que conducen a este tipo de fracturas, las respuestas tisulares, así como el manejo
de los diferentes tipos de fractura y sus respectivos pronósticos (Abott, 2019).

Fractura radicular de un molar.

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